jueves, 27 de diciembre de 2012

En plena III Guerra Mundial.

Muchos preparacionistas y conspiranoicos advierten que nos encontramos a las puertas de la III Guerra Mundial, una guerra atómica y nociva que destruirá finalmente el mundo. Ahora bien, yo, tristemente, he de reconocer que ya nos encontramos en plena III Guerra Mundial.

Una guerra en la que las armas no disparan balas, sino que son armas monetarias. Una guerra donde la invasión procede en la alienación de los presidentes democráticos, donde el poder económico absorbe el poder democrático y su legislación, véase a Monti, la Troika en Grecia, o las medidas que Rajoy toma con la presión de Merkel.

Una guerra que se está llevando varias vidas, una guerra donde los campos de concentración son la calle, las SS-SA los bancos, y sus armas los desahucios. Donde la pobreza se extiende y la riqueza aumenta, donde vivimos engañados y dirigidos e invadidos por Alemania como en años atrás.

Una guerra donde los civiles siempre son las victimas y siempre los perdedores. Mi consuelo es que podré contar a mis nietos como viví la III Guerra Mundial, sin dejarme apalear ni perder. Los civiles siempre perdemos, no tenemos poder económico, pero no nos dejamos hundir tan fácil, nosotros flotamos.

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