En pocos meses los refugiados han pasado de ser protagonistas a ser olvidados. Han pasado de conmover al mundo entero a generar odio.
Siempre me ha parecido curioso lo que supone el dolor del primer impacto y la normalización de los siguientes. Es decir, el terror y dolor que genera ver un niño muerto en playa turca de Bodrum. La fotografía que dio la vuelta al mundo e hizo llorar millones de perfiles de Facebook y twits de 120 caracteres. Ese dolor duro días, incluso para algunas personas meses, pero duró eso, lo que duró olvidar una fotografía por muy dura que sea.
Pronto se olvidó ese dolor del primer impacto, pero los siguientes miles de refugiados que fueron llegando muertos a las costas en busca de asilo no asombraron tanto. No asombra tanto que el problema no solo no haya acabado, sino que se agrava día a día.
Si me parece curioso el dolor del primer impacto y la normalización de los siguientes no sé cómo explicaros lo impactante que ahora los que critican los impactos siguientes, sean los mismos que compartían la foto del niño muerto a los pies del mar en Bodrum.
Ahora se dice de todo, se lee de todo. Se habla de que cada refugiado recibe 1000 euros al entrar en Europa, que son violadores o terroristas. Incluso que traen enfermedades incurables y sobretodo que vienen a perturbar nuestra paz. Esas duras afirmaciones no se olvidarán tan rápido como la foto del niño muerto, persistirán y generaran odio al que huye para vivir. La pena se olvida, el terror y odio no se van nunca.
Obviando que esas afirmaciones están bastante alejadas de la realidad, quiero narraros una viñeta que vi en redes sociales o en algún periódico digital que me impactó bastante. En dicha viñeta aparecían líderes políticos europeos como Merkel o Rajoy y les decían a los refugiados que hasta que no consigan preparar a la población para su entrada no podrían entrar en Europa. Tras la pregunta de los refugiados de cuándo será ese momento, los líderes europeos respondían que cuando ellos preparan a la población serán los ciudadanos los que no dejen entrar a los refugiados. Y tristemente he de reconocer que lo están consiguiendo.
Mientras hablamos de la unidad de España, de otras posibles elecciones y pactos de gobierno algo curiosos los que nunca han querido que los refugiados entren, los que ni siquiera el primer impacto los conmueve vierten el odio sobre la población civil para que miren al extraño con rabia. La prensa les ayuda, como siempre, para que la gente olvide el problema. Y después de esto, ya somos menos, pero todavía quedamos personas que se preguntan que ha sido de los refugiados.
Pues bien los que huyen para vivir ya ni siquiera tienen lugar en los países colindantes de Siria. Ya son 13.000 personas refugiadas sirias a las que el gobierno jordano les niega la entrada al país. Entre ellas hay mujeres embarazadas, niños y niñas y personas de avanzada edad. Estamos en pleno invierno y las temperaturas pueden descender bajo cero en la zona desértica de la frontera. Los refugiados abandonados allí a su suerte viven en refugios improvisados. Su acceso a alimentos, agua, mantas y suministros médicos proporcionados por las agencias internacionales de ayuda humanitaria es limitado. El 80% de esta población se encuentra en situación de vulnerabilidad.
El conflicto Sirio no solo no ha acabado, aunque no salga en televisión se está endureciendo cada vez más. Tras la reciente intensificación del conflicto en Siria y el cierre de las fronteras de Turquía y Líbano, la cifra de personas refugiadas en la frontera de Jordania se ha incrementado abruptamente, pasando de 4.000 a 13.000 personas.
Y la Europa que levantaba la comunidad internacional para acabar con el problema se dedica a trapichear con armas y generar un ejército afín a Al Asad para que retengan el problema en Siria. No vaya a ser que los que si son terroristas y de los que huyen los refugiados vuelvan a traspasar fronteras. Es decir, que maten allí, no aquí.
Y curiosamente vemos como la empresa española Navantia está a punto de cerrar un contrato para la venta de cinco corbetas a Arabia Saudí, que irán destinadas en principio a la represión en Yemen. Encima vendemos armas a los que están financiando al DAESH directamente o mediante combustible. Da que pensar si realmente debemos culpar al refugiado que huye para vivir o los países que vendemos armas y financiamos al gran protector y valedor del DAESH como es Arabia Saudí.
Mientras todo esto sigue sucediendo, el primer impacto ya está muy olvidado. Los siguientes los olvidaremos pronto como olvidaremos este artículo. Solo puedo decir y pedir que no olvidemos los refugiados que siguen huyendo del terror, que siguen muriendo o siguen siendo abatidos y retenidos en las fronteras de Jordania o el Libano. Olvidar es dejar morir a un pueblo que tuve mala suerte de nacer en el lugar equivocado.
No podemos olvidar, no podemos olvidar el nombre del niño muerto en Bodrum, nunca olvidaremos a Aylan Kurdi y a los miles de refugiados que han dejado la vida. No olvidemos que el problema sigue agravándose y no parece que tenga fin.
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