En el triste y grave problema de los niños soldados, debemos partir de que la solución pasa por tres procesos: la prevención, la liberación y la resocialización.
Me gustaría centrarme en la que quizás sea la más importante y la más olvidada de estas fases: la resocialización. El ser humano vive en sociedad, desde este punto de vista, la vida ordenada y armónica muestra el cumplimiento de unas normas sociales que cada individuo respeta.
Como consecuencia del incumplimiento de algunas normas, el ser humano puede ser castigado con una pena de cárcel. Desde este punto de vista, la resocialización muestra el proceso a través del que una persona que ha estado apartada de su vida cotidiana durante un tiempo determinado, vuelve poco a poco a retomar su vida.
Aquí surge el serio problema de resocialización de los niños soldados. Los niños obligados a la destrucción no incumplen ninguna norma para ser privados de libertad. Son privados de su infancia e incluso de su vida por el simple motivo del uso de mercancía como si fueran un arma. La idea de que un niño soldado pueda establecer una rutina de vida con la que pueda incorporarse a la sociedad y poder luchar por la felicidad es cada día más difícil. Los programas de la ONU son casi inexistentes, y de los pocos que hay son económicos. El dinero no llega al lugar, y del que llega incluso puede ser propiciado para programas de armas que pueden llegar a perjudicarlos.
No existe una solución real para resocializar al niño soldado, solo organizaciones no gubernamentales como Todos son Inocentes se implican para su intento de recuperar la vida de esos niños. No existen programas reales para su vuelva a la vida corriente. Los que si existen, y son insuficientes, son los programas de liberación, pero una liberación sin la posterior resocialización no solo no soluciona el problema, si no lo agrava. Los programas de liberación sin resocialización al final se convierten en liberarlos de ser niños soldado, terminando estos convirtiéndose en mercenarios, ya que es lo único que saben hacer.
Es difícil resocializar a una persona, que es privada de su infancia y que desde que tiene uso de razón tiene un Kalashnikov en las manos. Esos niños ven morir seres queridos y sus únicos amigos a diario, lo que no los obliga a convertirse en seres carentes de sentimientos, un niño siempre un niño. Aun así, existe capacidad de resocialización de estos niños, lo que falta es voluntad por parte de la comunidad internacional.
Los programas de prevención son cada vez más inexistentes. Bajo la curiosa alegría que suscitó el Tratado para Comercio de Armas, muchos llegamos a pensar que era un primer paso para evitar el uso de niños soldado. Pero está muy alejado de la realidad, ese Tratado quedó en un primer paso y nada más. La ONU sigue haciendo llegar un dinero para prevención, liberación y resocialización destinado a otra cosa, los programas de resocialización solo son llevados a cabo por ONGs que cada vez tienen menos margen de maniobra.
Así nos queda una situación en la que el proceso de prevención es cada vez más inexistente, puesto que el comercio de armas sigue estando a la orden del día e incluso muchos de esos conflictos interesan a grandes multinacionales e incluso Estados. El proceso de liberación se hace de una forma maquillada y cada vez son menos liberados. Y el proceso de resocialización es inexistente desde el punto de vista político, los niños liberados nunca podrán recuperar no solo su infancia, si no que nunca podrán tener una vida.
Y en el marco de todo esto de acuerdo con las estimaciones más recientes más de 250 000 niños y niñas participan actualmente
de manera directa o indirecta en conflictos armados. Aunque todavía hay ejércitos regulares que
reclutan a menores en sus filas, resulta particularmente alarmante el incremento del uso que hacen
de los niños los grupos armados no estatales. Esto solo podrá solucionarse controlando de manera real el comercio de armas y mediante programas serios de prevención, la liberación y sobretodo de resocialización ya que esos niños merecen una vida después de su privación de infancia.
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