"Raza", nunca antes una palabra tan malsonante se ha utilizado para llamar a un grupo de personas, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se denomina "raza" a cada uno de los grupos diferentes en los que se divide una especie. Ahora bien, ¿es erróneo o correcto denominar así a un grupo de seres humanos? Erróneamente erróneo.
El error reside en el momento de crear la subdivisión de la especie humana en categorías, en el siglo XVIII cuando se hizo esta división el único criterio de diferenciación antropológico elegido fue el color, dejando de un lado criterios como la altura, la forma de la cabeza, la forma de los dientes, el tamaño de las orejas, y demás.
Así, las "razas" salientes de este estudio tenían como diferencia solamente el color, pensad que ese criterio diferenciador hubiera sido obviado, en cambio, se hubiera tomado como criterio la altura. En África, exactamente en Kenia y Tanzania, existe una tribu de cerca de 900.000 individuos, los Masái, con una altura media de 2,05 m; en el mismo continente, exactamente en la zona de las selvas ecuatoriales, viven los Pigmeos, con una altura media de 1,50 m; en Europa, exactamente en Holanda, sus habitantes masculinos tienen una altura media de 1,90 m, 1,82 para las mujeres. Así, si el criterio de subdivisión hubiera sido la altura, los holandeses y los Masái pertenecerían a misma raza, esto parece una estupidez, pero porque nos hemos acostumbrado a la división de en "razas" con el criterio del color de la piel.
La "raza" siempre ha sido un término creado y aprovechado para la superioridad de la "raza" blanca con respecto a las demás, pero la realidad es que ni existe superioridad, ni existen tales razas, no tiene fundamentos diferenciar con el único criterio del color, lo que existen son pueblos diferentes dentro de nuestro planeta.
miércoles, 28 de noviembre de 2012
martes, 20 de noviembre de 2012
Día Universal del Niño.
Hoy, Día Universal del Niño, voy a analizar una serie de datos escalofriantes sobre los niños, estos datos demuestran la dura división de mundos y la diferencia de clases:
Recuerdo que a estos niños tienen la infancia destruida. Después de estos datos, ¿Es igual el Día Universal del Niño en todos lados?. Unámonos e intentemos hacer justicia social.
- Una cuarta parte de los 112 muertos palestinos de estos días son niños.
- Hay sobre 300.000 niños y niñas que participan en alguna guerra.
- En Etiopía casi 1.500.000 niños no pueden asistir a una educación primaria.
- La desnutrición contribuye con la muerte de 5 millones de niños menores de 5 años en los países en desarrollo.
- Cada año mueren unos 10,9 millones de niños menores de cinco años en los países en desarrollo.
- En los países en desarrollo, uno de cada cuatro niños—casi 146 millones—tiene bajo peso.
- Más del 70% de los niños con bajo peso viven en sólo 10 países, de los cuales más de la mitad están ubicados solamente en Asia del Sur.
- Más de 6,9 millones de niños mueren antes de haber cumplido los cinco años.
- Mientras que en Islandia pierden la vida 2 de cada 1000 niños, en Somalia lo hacen 180
Recuerdo que a estos niños tienen la infancia destruida. Después de estos datos, ¿Es igual el Día Universal del Niño en todos lados?. Unámonos e intentemos hacer justicia social.
Aún así me gustaría dejar esta entrada recordando una frase del novelista Joseph Heller: "He llegado por fin a lo que quería ser de mayor: un niño."
jueves, 8 de noviembre de 2012
Discurso integro de Barack Obama.
“Muchas gracias.
Hoy, más de 200 años después de que una antigua colonia se ganara el derecho a decidir su propio destino, la tarea de perfeccionar nuestra unión sigue adelante.
Sigue adelante gracias a ustedes. Sigue adelante porque han reafirmado el espíritu que ha triunfado sobre la guerra y la depresión, el espíritu que ha levantado a este país desde la desesperación más profunda hasta las mayores esperanzas, la convicción de que, aunque cada uno de nosotros persigue sus sueños personales, somos la familia americana y ascendemos o caemos como una misma nación y un mismo pueblo.
Esta noche, en esta elección, ustedes, el pueblo estadounidense, nos han recordado que, aunque nuestro camino ha sido duro, aunque nuestro recorrido ha sido largo, nos hemos levantado, hemos recuperado nuestro rumbo, y sabemos, desde el fondo de nuestros corazones, que, para los Estados Unidos de América, lo mejor está por llegar. Nos han elegido para que nos centremos en su trabajo.
Quiero dar las gracias a todos los estadounidenses que han participado en esta elección, a los que votaban por primera vez y a los que tuvieron que hacer cola durante mucho tiempo. Por cierto, eso es algo que tenemos que arreglar. A los que recorrieron las aceras y los que cogieron los teléfonos, a los que levantaron carteles de Obama y los que levantaron carteles de Romney, han hecho oír sus voces y han influido en los resultados.
Acabo de hablar con el gobernador Romney y les he felicitado a él y a Paul Ryan por una campaña muy disputada. Hemos peleado de manera feroz, pero solo porque amamos profundamente a este país y nos preocupa muchísimo su futuro. Desde George y Lenore hasta su hijo Mitt, la familia Romney ha querido trabajar por Estados Unidos, dedicarse al servicio público, y ese es el legado que esta noche honramos y aplaudimos. En las próximas semanas, aspiro a reunirme con el gobernador Romney con el fin de hablar de lo que podemos hacer juntos para impulsar el país hacia adelante.
Quiero dar las gracias a mi amigo y socio de estos cuatro años, el guerrero feliz de América, el mejor vicepresidente que jamás podría haber, Joe Biden.
Y no sería el hombre que soy hoy sin la mujer que aceptó casarse conmigo hace 20 años. Lo voy a decir en público: Michelle, nunca te he querido tanto como en este momento. Me siento más orgulloso que nunca, viendo cómo se ha enamorado Estados Unidos de ti en tu papel de primera dama. Sasha y Malia, están convirtiéndose ante nuestros ojos en dos jóvenes fuertes, listas y bellas, igual que su madre. Estoy muy orgulloso de ustedes. Pero tengo que decir que, por ahora, un perro es suficiente.
El futuro nos reserva algo mejor, siempre que tengamos el valor de seguir intentándolo, seguir trabajando, seguir luchando. Gracias al mejor equipo de campaña y de voluntarios en la historia de la política. El mejor. El mejor de toda la historia. Algunos eran nuevos esta vez, y otros han estado a mi lado desde el principio. Pero todos son mi familia. Hagan lo que hagan, vayan donde vayan, lleven con ustedes el recuerdo de la historia que hicimos juntos y tendrán durante toda la vida el agradecimiento de un presidente. Gracias por creer hasta el final, a través de cada colina y cada valle. Me han llevado sobre sus hombros todo el camino y siempre agradeceré todo lo que han hecho y su increíble esfuerzo.
Sé que las campañas políticas, en ocasiones, pueden parecer poco importantes, incluso tontas. Y son carne de cañón para los cínicos que dicen que la política no es más que un enfrentamiento de egos o un territorio que se disputan grupos de intereses. Pero, si han tenido la oportunidad de hablar con las personas que han acudido a nuestros mítines y han hecho cola en el gimnasio de un instituto, o si han visto a los voluntarios que trabajaban hasta altas horas de la noche en una oficina de campaña en algún rincón remoto, han descubierto otra cosa.
Han oído la decisión en la voz de un joven organizador sobre el terreno que trabaja para pagarse la universidad y quiere garantizar que todos los jóvenes tengan la misma oportunidad. Han oído el orgullo en la voz de una voluntaria que iba puerta a puerta porque su hermano encontró trabajo, por fin, cuando la fábrica de automóviles local añadió otro turno. Han oído el hondo patriotismo en la voz de la esposa de un militar que se encargaba de los teléfonos por las noches para asegurarse de que ninguna persona que lucha por este país tenga que luchar jamás para tener empleo ni para tener un techo cuando vuelve a casa.
Por eso hacemos todo esto. Eso es lo que puede ser la política. Por eso son importantes las elecciones. No son una cosa pequeña, son una cosa fundamental. Muy importante. En un país de 300 millones, la democracia puede ser ruidosa, caótica, complicada. Tenemos opiniones distintas. Cada uno tiene sus propias convicciones. Y cuando atravesamos tiempos difíciles, cuando tomamos grandes decisiones como país, es inevitable que se agiten las pasiones y surjan controversias.
Eso no va a cambiar de la noche a la mañana, ni tiene por qué. Estos debates que tenemos son una seña de nuestra libertad. No podemos olvidar jamás que en estos instantes, mientras hablamos aquí, en países lejanos hay personas que están arriesgando sus vidas para tener la posibilidad de discutir sobre las cuestiones importantes, para tener la oportunidad de emitir su voto como hemos hecho hoy aquí.
Sin embargo, a pesar de nuestras diferencias, la mayoría de nosotros comparte ciertas esperanzas para el futuro de Estados Unidos. Queremos que nuestros hijos crezcan en un país en el que tengan acceso a las mejores escuelas y los mejores profesores. Un país que esté a la altura de su legado como líder mundial en tecnología, descubrimiento e innovación, con todo el empleo de calidad y las nuevas empresas que se derivan de ellos.
Queremos que nuestros hijos vivan en un país que no esté acosado por la deuda, que no esté debilitado por las desigualdades, que no esté amenazado por la capacidad destructiva de un planeta que se calienta. Queremos transmitir un país seguro, respetado y admirado en todo el mundo, una nación defendida por el ejército más poderoso de la Tierra y las mejores tropas que ha conocido el mundo. Pero también un país que avance con confianza más allá de esta época de guerra para construir una paz basada en la promesa de libertad y dignidad para todos los seres humanos.
Creemos en un Estados Unidos generoso, un Estados Unidos compasivo, un Estados Unidos tolerante, abierto a los sueños de una hija de inmigrantes que estudia en nuestras escuelas y jura fidelidad a nuestra bandera. Abierto a los sueños del chico de la parte sur de Chicago que ve que puede tener una vida más allá de la esquina más cercana. A los del hijo del ebanista de Carolina del Norte que quiere ser médico o científico, ingeniero o empresario, diplomático o incluso presidente; ese es el futuro al que aspiramos. Esa es la visión que compartimos. Esa es la dirección en la que debemos avanzar. Hacia allí debemos ir.
Por supuesto, tenemos discrepancias, a veces feroces, sobre la forma de llegar. El progreso, como ocurre desde hace más de dos siglos, es irregular. No siempre es una línea recta. No siempre es un camino llano. Saber que tenemos unas esperanzas y unos sueños comunes no basta, por sí solo, para terminar con la paralización, resolver todos nuestros problemas ni sustituir al esfuerzo de construir un consenso y alcanzar los difíciles compromisos necesarios para impulsar el país. Pero ese vínculo común debe ser nuestro punto de partida.
Creo que podemos continuar el progreso que ya hemos logrado y seguir esforzándonos para tener nuevos puestos de trabajo, una nueva seguridad para la clase media. Nuestra economía está recuperándose. Está llegando a su fin una década de guerra. La larga campaña ha terminado. Y, tanto si me han dado su voto como si no, los he escuchado, he aprendido cosas de ustedes, y han hecho que sea mejor presidente. Con sus historias y sus luchas, regreso a la Casa Blanca más decidido y más inspirado que nunca sobre la tarea que nos aguarda y el futuro que tenemos por delante.
Esta noche han votado para que actuemos, no para que hagamos la política habitual. Nos han elegido para que nos centremos en su trabajo, no en el nuestro. En los meses y semanas que vienen, estoy deseando colaborar con los líderes de los dos partidos para afrontar los retos que solo podemos superar si estamos unidos. Reducir el déficit. Reformar nuestro código tributario. Arreglar nuestro sistema de inmigración. Liberarnos del petróleo extranjero. Tenemos muchas más cosas que hacer.
Pero eso no significa que ustedes han terminado. El papel del ciudadano en nuestra democracia no acaba con el voto. Estados Unidos no se ha movido nunca en función de lo que otros pueden hacer por nosotros. Estados Unidos consiste en saber qué podemos hacer todos juntos, mediante una labor tan frustrante y difícil, pero necesaria, como es el autogobierno. Ese es el principio sobre el que se fundó nuestra nación.
Este país tiene más riqueza que ningún otro, pero no es eso lo que nos hace ricos. Tenemos el ejército más poderoso de la historia, pero no es eso lo que nos hace fuertes.* Nuestras universidades y nuestra cultura son la envidia del mundo entero, pero no es eso lo que hace que el mundo venga sin cesar hasta aquí*.
Lo que hace que Estados Unidos sea excepcional son los lazos que mantienen unida a la nación más variada del mundo. La convicción de que tenemos un destino común; de que este país solo funciona cuando aceptamos que tenemos ciertas obligaciones con nuestros conciudadanos y con las generaciones futuras. La libertad por la que tantos estadounidenses han luchado y han muerto acarrea responsabilidades además de derechos. Y entre esas responsabilidades están el amor, la generosidad, el deber y el patriotismo. Eso es lo que da a Estados Unidos su grandeza.
Esta noche me siento esperanzado porque he visto ese espíritu en acción. Lo he visto en la empresa familiar cuyos dueños prefieren recortar sus ganancias antes que despedir a sus vecinos, y en los trabajadores que prefieren trabajar menos horas antes que ver que un amigo pierde su empleo. Lo he visto en los soldados que vuelven a alistarse después de perder una pierna y en los SEALS que suben por las escaleras e irrumpen en la oscuridad porque saben que tienen a un compañero cuidándoles las espaldas.
Lo he visto en las costas de Nueva Jersey y Nueva York, donde los líderes de todos los partidos y todas las instancias del Gobierno se olvidaron de sus diferencias para ayudar a una comunidad a reconstruir todo lo que una terrible tormenta había destruido. Y lo vi el otro día, en Mentor, Ohio, donde un padre contó la historia de su hija de 8 años, cuya larga batalla contra la leucemia habría arruinado a su familia si no hubiera sido por la reforma sanitaria aprobada solo unos meses antes de que la compañía de seguros estuviera a punto de dejar de pagarle los tratamientos.
Tuve ocasión de hablar con su padre y de conocer a esa increíble niña. Y, cuando el padre contó su historia a la multitud que le escuchaba, todos los padres del público teníamos los ojos llenos de lágrimas, porque sabíamos que su hija podía una de las nuestras. Sé que todos los estadounidenses quieren que el futuro de esa niña sea tan brillante como el de sus hijos. Así somos nosotros. Ese es el país que tan orgulloso estoy de presidir.
Y esta noche, a pesar de todas las dificultades que hemos padecido, a pesar de todas las frustraciones con Washington, tengo más esperanzas que nunca sobre nuestro futuro. Tengo más esperanzas que nunca sobre Estados Unidos. Y les pido que sostengan esa esperanza. No hablo de tener un optimismo ciego, una esperanza que ignore la enormidad de las tareas que nos aguardan ni los obstáculos que encontraremos por el camino. No hablo de un idealismo iluso que nos permita permanecer al margen ni eludir el combate.
Siempre he creído que la esperanza es ese sentimiento tenaz en nuestro interior que insiste, a pesar de que todo indique lo contrario, en que el futuro nos reserva algo mejor, siempre que tengamos el valor de seguir intentándolo, seguir trabajando, seguir luchando. Creo que podemos continuar el progreso que ya hemos logrado y seguir esforzándonos para tener nuevos puestos de trabajo, nuevas oportunidades, una nueva seguridad para la clase media. Creo que podemos cumplir la promesa de nuestros fundadores, la idea de que, si una persona está dispuesta a trabajar duro, no importa de dónde venga ni qué aspecto tenga ni dónde ame. No importa que sea negro, blanco, hispano, asiático, indio americano, joven, viejo, pobre, rico, capacitado, discapacitado, gay o heterosexual; en Estados Unidos, si está dispuesto a esforzarse, puede conseguir lo que sea.
Creo que podemos alcanzar juntos este futuro porque no estamos tan divididos como hace pensar nuestra política. No somos tan cínicos como dicen los expertos. Somos más que la suma de nuestras ambiciones individuales, y somos más que una colección de estados rojos y estados azules. Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de América. Y juntos, con su ayuda y la gracia de Dios, continuaremos nuestro viaje y recordaremos al mundo por qué vivimos en la mejor nación de la Tierra. Gracias, América… Dios los bendiga. Dios bendiga a Estados Unidos”.
Barack Obama, 2012.
lunes, 5 de noviembre de 2012
Varios mundos para la vergüenza.
Hemos dejado de creer en lo que hacemos, de llevar a cabo las ideas que después de la gran guerra afloraron. Nos encontramos ante una realidad repugnante, perseguimos al diferente como si viviéramos en épocas pasadas, creyéndonos que somos la sociedad más avanzada. Demostramos que nuestra inteligencia no se diferencia de la de un prehistórico cavernicola, vivimos para cazar, no nos importa llevarnos vidas por delante. Lo que en aquel momento era carne de mamut hoy es dinero, este juego monetario arrasa vidas como si de un virus se tratase.
Sin economistas, o políticos que se creen economistas, sin base social, somos marionetas de un poder que está por encima de nuestra condición humana. Creemos, erróneamente, que tenemos derechos, pero no nos diferenciamos de lo que el poder llama el "Tercer Mundo". Nos creemos realmente la milonga de que hay varios mundos, es lo que nos quieren hacer creer, que somos distintos para así poder explotar a los países menos desarrollados. Entramos en el juego de la división, de las barreras, entre países, entre continentes, entre la sociedad.
Barreras que nos hacen discriminar al diferente por el mero hecho de no ser igual que nosotros, es un juego con unas reglas inventadas por el poder monetario para explotar a los países menos desarrollados. Somos ajenos a eso, cuando todos tenemos móviles de última generación en las manos. ¿Somos conscientes de los componentes de un teléfono móvil?
Todos los teléfonos móviles y la mayoría de aparatos electronicos necesitan de un componente escaso para su funcionamiento,el Coltán. El principal productor de coltán es la República Democrática del Congo con cerca del 80% de las reservas mundiales estimadas, como este mineral está considerado como un recurso no renovable altamente estratégico, existe una guerra en el Congo desde 1998. La explotación de este recurso ha alimentado conflictos armados entre facciones locales, apoyadas, en algunos casos, por gobiernos extranjeros como el de Uganda. Esto plantea un dilema moral similar al de la comercialización de diamantes de guerra. Otras preocupaciones derivadas de la extracción del coltán pasan por la explotación laboral de los trabajadores que participan en la misma o la destrucción de ecosistemas, pues los principales yacimientos coinciden con los hábitat de gorilas en peligro de extinción.
Así, que recordar como empresas como Apple, Samsung o Sony, se aprovechan de la división que ellos hacen y quieren que nosotros nos creamos. Lo que llaman "Tercer Mundo" está enriqueciendo a grandes multinacionales que se aprovechan de guerras y explotan a trabajadores, como si de la construcción de una pirámide egipcia se tratara, para conseguir sacar su móvil de última generación. Sabed cada vez que miréis vuestro teléfono móvil que una persona puede haber muerto para que nosotros tengamos en nuestras manos un móvil donde podemos twittear.
Sin economistas, o políticos que se creen economistas, sin base social, somos marionetas de un poder que está por encima de nuestra condición humana. Creemos, erróneamente, que tenemos derechos, pero no nos diferenciamos de lo que el poder llama el "Tercer Mundo". Nos creemos realmente la milonga de que hay varios mundos, es lo que nos quieren hacer creer, que somos distintos para así poder explotar a los países menos desarrollados. Entramos en el juego de la división, de las barreras, entre países, entre continentes, entre la sociedad.
Barreras que nos hacen discriminar al diferente por el mero hecho de no ser igual que nosotros, es un juego con unas reglas inventadas por el poder monetario para explotar a los países menos desarrollados. Somos ajenos a eso, cuando todos tenemos móviles de última generación en las manos. ¿Somos conscientes de los componentes de un teléfono móvil?
Todos los teléfonos móviles y la mayoría de aparatos electronicos necesitan de un componente escaso para su funcionamiento,el Coltán. El principal productor de coltán es la República Democrática del Congo con cerca del 80% de las reservas mundiales estimadas, como este mineral está considerado como un recurso no renovable altamente estratégico, existe una guerra en el Congo desde 1998. La explotación de este recurso ha alimentado conflictos armados entre facciones locales, apoyadas, en algunos casos, por gobiernos extranjeros como el de Uganda. Esto plantea un dilema moral similar al de la comercialización de diamantes de guerra. Otras preocupaciones derivadas de la extracción del coltán pasan por la explotación laboral de los trabajadores que participan en la misma o la destrucción de ecosistemas, pues los principales yacimientos coinciden con los hábitat de gorilas en peligro de extinción.
Así, que recordar como empresas como Apple, Samsung o Sony, se aprovechan de la división que ellos hacen y quieren que nosotros nos creamos. Lo que llaman "Tercer Mundo" está enriqueciendo a grandes multinacionales que se aprovechan de guerras y explotan a trabajadores, como si de la construcción de una pirámide egipcia se tratara, para conseguir sacar su móvil de última generación. Sabed cada vez que miréis vuestro teléfono móvil que una persona puede haber muerto para que nosotros tengamos en nuestras manos un móvil donde podemos twittear.
domingo, 4 de noviembre de 2012
Las "perlas" del PP.
- Mariano Rajoy: "Mi mayor reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiesta, que no sale en las portadas de prensa y que no abre los telediarios."
- Andrea Fabra: "Que se jodan." (Refiriéndose a los parados)
- José Ignacio Wert:
- Ana Mato: "El Gobierno está haciendo la Sanidad sostenible y más eficiente, evitando el fraude y los abusos que se cometían".
- José Ignacio Echániz: "Mucha gente ha cogido una patera porque sabía que en España tenía la asistencia sanitaria garantizada".
- Castelao Bragaña: "Las mujeres, como las leyes, están para violarlas".
- Jorge Fernández Díaz: "El derecho de manifestación no es ilimitado".
- Cristina Cifuentes: "Se debe plantear la modificación del derecho de manifestación."
- Rafael Hernando: "Los inmigrantes que se vayan a su país".
TRISTEMENTE, ESTO SOLO ES UNA PEQUEÑA SELECCIÓN DE LA BARBARIDAD DE SANDECES DE LOS MIEMBROS DEL PARTIDO QUE NOS GOBIERNA.
- Andrea Fabra: "Que se jodan." (Refiriéndose a los parados)
- José Ignacio Wert:
- "Sí, queremos españolizar a los alumnos catalanes."
- "No me parece bien que sólo por tener un nivel económico modesto se tenga derecho a estudiar con BECA y eso va a cambiar".
- Ana Mato: "El Gobierno está haciendo la Sanidad sostenible y más eficiente, evitando el fraude y los abusos que se cometían".
- José Ignacio Echániz: "Mucha gente ha cogido una patera porque sabía que en España tenía la asistencia sanitaria garantizada".
- Castelao Bragaña: "Las mujeres, como las leyes, están para violarlas".
- Jorge Fernández Díaz: "El derecho de manifestación no es ilimitado".
- Cristina Cifuentes: "Se debe plantear la modificación del derecho de manifestación."
- Rafael Hernando: "Los inmigrantes que se vayan a su país".
Suscribirse a:
Entradas (Atom)